sábado, 25 de abril de 2015

Pecar por la paga y pagar por pecar

*Por Ángel Rico
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Le contaré a usted, respetado lector, que me tiene sorprendido la respuesta que ha provocado en la hipócrita sociedad la propuesta de “Ciudadanos” en relación a: --legalizar la prostitución que se ejerza en libertad--. Y mi sorpresa no está producida por las respuestas mojigatas que han manifestado, los prosélitos situados a la izquierda y a la derecha del centro político; sino por no mantener ese grado de mojigatez, en otras cuestiones cotidianas, me explicaré:
--Supongamos que, de forma libre y voluntaria, una mujer (o un hombre) deciden dedicar su profesión a atender los deseos de un hombre (o una mujer) a cambio de dinero. Admitamos que los anhelos de esos hombres o mujeres, necesitan de una especialización característica, que –algunas mujeres u hombres--, están dispuestos a satisfacer a cambio de dinero. Conjeturemos que, esos hombres o mujeres, tras realizar el especializado servicio completo, solicitasen (al cliente o la clienta) el pago por el trabajo prestado; usted, respetado lector: --¿Solicitaría una factura por los servicios?— Porque, esos servicios, por ejemplo, en Portugal tienen un IVA del 23 por ciento—  Por cierto, me estoy refiriendo, como usted habrá deducido, a los servicios profesionales especializados de “peluquería, manicura”, “coaching” o “fontanería”.
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Admitamos que, con igual libertad y de forma voluntaria, una mujer (o un hombre) decide especializarse –en plan emprendedores-- en “la profesión más antigua del mundo” y, como en los servicios de peluquería y estética, fontanería o entrenamiento personal, al finalizar la asistencia especializada, solicitasen (al cliente o la clienta) el pago por los servicios prestados, usted, respetado lector: --¿marginaría a esos profesionales a no poder emitir facturas, con los derechos inherentes? ¿Por qué, estas profesionales, no podrían ser trabajadoras autónomas?
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Lo de la “moral descuidada” es algo que va intrínsicamente unida al ser humano, unas personas hacen favores a otras,  libremente, por dinero y otras, por ejemplo, por un envase de Eau de Parfum Black Opium, de Yves Saint Laurent. Le sugiero que visione usted completo el último spot de televisión del mencionado perfume, para concluir (con perdón) que –la jodienda no tiene enmienda--. Mostrando que, cada cual, en libertad, puede llegar hasta donde considere oportuno.
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En todo momento, estoy hablando de un “actividad ejercida en libertad” porque; ni toda la prostitución se ejerce en esclavitud,  ni la esclavitud es una sumisión que haya que atribuir en exclusiva a las “profesionales del sexo” como podemos ver, por ejemplo, en numerosos casos de políticos, que pierden la dignidad, inherente a los representantes del Estado, a cambio del dinero, las prebendas y canonjías  que confiere una buena colocación en las respectivas listas electorales.  --¿A esa vergonzosa mansedumbre profesional no habría que calificarla de esclavitud?--  La tercera acepción que el DRAE la otorga a la palabra esclavitud es: -- Sujeción excesiva por la cual se ve sometida una persona a otra, o a un trabajo u obligación— Estoy seguro que a usted, respetado lector, le viene a la mente, algún político que se encuentre reflejado, en la anterior acepción lingüística, respecto a la denominación “esclavitud”: --cuando teniendo que hablar en el seno de su partido, no habla; cuando debiendo defender los intereses de sus electores, decide convertirse en “apparátchik” y darles la espalda; evidenciando aquello de “no hay peor ciego que quien no quiere ver” en un claro ejemplo del “síndrome del esclavo satisfecho”--
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Tendrá, usted, que coincidir conmigo en que: --cuando la sociedad ya no requiera, por ejemplo, los servicios de la ingeniería de software y de la nanotecnología, profesiones que actualmente están emergiendo,  la profesión más antigua del mundo se seguirá ejerciendo en su ciudad y en la mía--. Entonces ¿Por qué hacer como que no existe una profesión (DRAE: Empleo, facultad u oficio que alguien ejerce y por el que percibe una retribución) que todos sabrán que se está ejerciendo? ¿Qué ganará la sociedad con una hipocresía tan evidente?—
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En ningún momento pretendo justificar la explotación sexual de mujeres y niñas, a quienes se les impide disponer de los derechos como “libertad, igualdad, dignidad y seguridad”. Usted puede hacer uso de su derecho a criticar mi postura en relación a cualquier asunto, en general y, a la defensa de la legalización de la prostitución, en particular, y cuando lo haga pregúntese: --¿qué ha hecho usted para conseguir, por ejemplo, la liberación de “las niñas secuestradas en Nigeria por Boko Haram”?--. Porque, un servidor, además de estar de acuerdo con que la profesión más antigua del mundo, si se ejerce en libertad, debe legalizarse; me estoy partiendo el pecho porque esas niñas en particular, junto a otros centenares de miles de mujeres esclavizadas nada más nacer, por el hecho de nacer mujer, adquieran la libertad, inherente a los Derechos Humanos.
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Los eruditos de la Historia, nos enseñan que: --En el tercer milenio antes de Cristo, en Babilonia todas las mujeres tenían la obligación, al menos una vez en su vida, de acudir al santuario de Militta, para practicar sexo con un extranjero, a cambio de un pago simbólico. Posteriormente, en el siglo VI antes de Cristo,   en la Grecia clásica, Solón  estableció el primer burdel como local del negocio; la prostitución estaba consentida y, las mujeres de moral descuidada debían pagar impuestos, porque estaba regulado que “un servicio suyo equivalía al salario medio de un día”, con los beneficios se construyó un templo dedicado a Aprodites Pandemo, diosa patrona de dicho negocio.  Luego los romanos acuñaron el término latín “prostituire” que literalmente significa estar expuesto a las miradas del público, estar disponible para comerciar con el propio cuerpo.
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Y ahora, la sociedad pretende, mantenerse en una ceguera colectiva, para no querer admitir, como dijo, Robert Anson Heinlein, que: --Las prostitutas desempeñan el mismo trabajo que los curas, pero mucho más escrupulosamente--.
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La mejor forma de controlar la “trata” de personas forzadas, es legalizando la actividad, porque es más fácil detectar la ilegalidad, cuando se desarrolla dentro de parámetros legales. De esta forma, los controles sanitarios asegurarían la salud de las/los trabajadoras/es autónomas.
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¿Es la prostitución un acto inmoral? ¿Qué está bien y qué está mal en toda esta actividad? La naturaleza humana y, sobre todo, el discurso hipócrita de la sociedad muchas veces condena lo que practica, --condenando a quienes pecan por la paga e indultando a quienes pagan por pecar--  produciéndose así una doble moral, que impide que quien, libremente, quiera ser trabajadora autónoma, pueda serlo. –A gran pecado, gran misericordia--.
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En la película “Memoria de una geisha”, Mameha le comenta a Calabaza: --Recuerda que las Geishas no son cortesanas y no somos esposas, vendemos nuestras habilidades no nuestros cuerpos, creamos otro mundo secreto, un mundo de belleza. La palabra Geisha significa artista y ser un artista es ser considerada como un mundo cambiante de arte” –¿Por qué este tipo de arte no puede facturar por sus servicios, y si lo tiene que hacer el enterrador?
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…He dicho!
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*Es Presidente del Instituto Hispano Luso

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